"El campo y los surcos inician su letargo, somnolientos y apagados, con rastros de la cosecha pasada. Sientes un dejo de añoranza por el exuberante verano que se va quedando en el tiempo". Fragmento de El silencio de la alondra.
Recuerdos del ayer...
La Navidad debería ser una época de alegría; no lo dudo que lo sea, pero, ¿quién no se regresa, involuntariamente, a los días infantiles y comienza a recoger los pétalos de aquel ramillete de recuerdos que se fueron deshojando por los caminos de la vida? Los que creíamos ya perdidos, pulverizados; sin embargo, en el retroceso en el tiempo que vivimos, eventualmente, nos damos cuenta de que allí están, intactos, completos, nada cambió. Son una mezcla agridulce de evocaciones hermosas o tristes: aquel perro, aquel corderito que tu padre te regaló, aquel paisaje de ensueño: flores en primavera, hojas secas en otoño, nieve en invierno, que te indica que también tu vida seguirá el mismo patrón, pero sin repetirse. Al final, en ese retorno que haces anualmente por tu pasado encontrarás a quienes amaste profundamente y se quedaron en algún rincón del laberinto, entre el pasado y el presente; entre el anverso y el reverso del espejo de tu existencia.
Karmen Martínez
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