En el laberinto de la existencia vaga el espíritu buscando su alma gemela: a su otra mitad. La inseguridad, el miedo, la duda o la indiferencia trastocan lo que sería un hermoso día lleno de luz y calor una noche estrellada llena de belleza y misterio, en una bóveda glacial; cripta sombría donde se detienen las horas negras.
El llanto se vuelve vino y cae en la aridez de un lóbrego manto de ceniza donde yacen las ilusiones olvidadas, desintegradas, convertidas en polvo. Sin embargo, absurdos o razones huecas lo sumergen en un oscuro mar de aguas y pavesa. Almas que oscilan en caminos paralelos bajo el mismo cielo, en un mundo de otoño eterno frente a un río de aguas silenciosas.
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