lunes, 9 de enero de 2017

Enamórate

Yo le cambiaría por: "Enamórate de una mujer así porque sólo ella sería capaz de crear ocasos de nácar y oro, noches bordadas de estrellas, lechos de perlas y espuma en el fondo del mar; caricias de sirena, silencios de horizonte y sentimientos de ensoñación profunda y eterna con ecos de caracola.
Inconmovible

Tu faz inconmovible, 
efigie inmóvil, cincelada en piedra 
con desdén indecible, 
para el alma a la que atas como hiedra, 
tus ojos de mirada sugestiva 
son única señal de estatua viva.

El mirar de esos ojos,
tus ojos llenos de sutil encanto,
que van fingiendo enojos
y al alma oprimen y la vuelven llanto,
para alejar las sombras y las penas
me darán luz en las noches serenas.

Así déjame amarte,
estatua de alabastro imperturbable.
Permíteme tocarte,
tocar el frío de tu mármol inmutable,
suavizando la aterida dureza
de tu piel para darle la tibieza.

Tu rostro cobra vida,
se agita de pasión bajo el granito.
Tras la pena sufrida,
con la promesa de tu amor palpito,
y la ilusión enciende mis delirio
al huir tu frialdad y mi martirio.

Leve vestigio de amor
se oculta en tu insondable faz de roca,
de tu pupila el temblor
se dilata y desciende hasta la boca
el ardor y el deseo por un beso
que se ha quedado entre tus labios preso.

Tu corazón se enciende,
va suavizando de la piedra el rigor
y al exterior trasciende;
almas anhelantes, sedientas de amor
se funden en crisol incandescente,
para darle esencia a su amor ferviente.

En loco desvarío
la fuente del deseo apaciguamos,
y en el paraje umbrío
al sopor placentero dormitamos.
Al despertar vuelvo a buscar tu boca,
pero ha vuelto a su rigidez de roca.

Karmen Martìnez

No hay comentarios.:

Publicar un comentario