¡Miren allá abajo! -Gritó Durant con voz fuerte- ¡Vean a esa gente que se encamina apresurada a sus labores! ¡Observen sus ropas y sus semblantes! ¿Están bien alimentadas como ustedes? ¡Observen sus carnes! Sus vestidos están remendados y convertidos en andrajos, rotos sus zapatos. Ved vuestras hermosas ropas, el calzado bien lustrado y vuestras corbatas de seda.
-Díganme de una de sus casas que no tenga el techo roto y que tenga calefacción. Y piensen en sus propias casas de lechos mullidos y suelos alfombrados.
-¡Y luego hablan de su patriotismo y sus servicios! ¿Qué han sacrificado ustedes? ¿Llaman sacrificio a sus bancos repletos de oro? ¡Si lo que han hecho es chupar la sangre y la vida del país…!
Andrew Durant, pp. 197-198
“El abogado del diablo”
Taylor Caldwell
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