domingo, 16 de octubre de 2016

Fatiga


Sólo esperaré un poco para apagar tu recuerdo;
mi alma está fatigada y olvidarte es lo más cuerdo.

¿Cómo es posible olvidar a aquel infinito amor
y después de tanto tiempo despedirse sin rencor?

Se fue la vida y perdí tu huella y ya no queda más que el recuerdo.
Pensando siempre en aquellos días… a veces creo que fue un sueño.

Busco en el cofre de los recuerdos tu rostro suave, de rasgos tiernos;
difuminada a través del tiempo, busco tu boca con tanto anhelo.

Mas ya no encuentro tu amada cara, no está tu boca ni está tu pelo;
Tan solo veo como en un sueño tus ojos tristes detrás de un velo.

Te amé y… te perdí de pronto; no fue tu culpa ni fue la mía.
Solo el destino en su afán loco con grande saña marcó mi vida.

Más fue tan bello en aquel instante aquel amor de infinita ternura,
que ya no duele cuando recuerdo tu trato suave y tu gran dulzura. 


Dolor en mi alma... ¡Oh! Cruel destino que así me paga mi sufrimiento.
Mi amor tan grande, mi gran deseo; lamento triste, triste tormento.

Era él un hombre hecho de ternura, mirada candente de grande dulzura, 
que fue imposible en aquel instante ignorar sus ojos y no amarle.

Adiós entonces, mi gran cariño, no sé si un día el destino quiera
cruzar de nuevo nuestras dos vidas y reencontrarnos aquí en la Tierra.

Karmen Martìnez

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