lunes, 10 de octubre de 2016

Belleza interior

La filosofía estética se finca sobre la belleza. Así como el Principito decía: “No hay tiendas donde vendan amigos”; se puede asegurar que tampoco las hay donde se venda el encanto interior. Ese hay que trabajarlo. La sencillez es la base del encanto: ser espontanea, inteligente, femenina no significa llevar la ropa más cara, el maquillaje más perfecto o acudir a la cirugía para corregir defectos físicos. Es tener una conversación armoniosa, una sonrisa constante, imaginación y creatividad. También, aceptar que no todos nos van a adorar.

Sería maravilloso decir: “Soy bella y todos me aman”. Pero es “arma de doble filo”. Una persona a quien todos aman sería, en realidad, una persona sosa e insignificante si tomamos en cuenta que el encanto y la inteligencia como el éxito no son bien aceptados por algunas personas. Por lo tanto, es mejor tener algunos detractores, ellos serán el termómetro que marcarán nuestros avances; nos estarán advirtiendo de lo mucho o de lo poco notables que somos, muchas veces de manera amarga pero, definitivamente, necesaria.

La belleza extraordinaria impresiona pero, en el mundo de los ciegos, ¿cuántos quedarían impresionados por la belleza física? ¿Y cuántos, por la belleza interior?

Karmen Martìnez

No hay comentarios.:

Publicar un comentario