(De Las flores del mal, de Charles Baudelaire)
La destrucción
El demonio se agita a mi lado sin cesar;
flota a mi alrededor cual aire impalpable;
lo respiro, siento cómo quema mi pulmón
y lo llena de un deseo eterno y culpable.
Toma a veces la forma, sabiendo que amo el arte,
de la más seductora de todas las mujeres;
con pretextos y antojos que no hecho a mala parte
acostumbra mis labios a nefandos placeres.
Cada vez más, me aleja de la dulce mirada de Dios,
dejando mi alma jadeante, fatigada
en medio de las negras llanuras del hastío.
Y pone ante mis ojos llenos de confusiones,
heridas entreabiertas, espantosas visiones...
y el sangriento aparato de la destrucción.
Karmen Martínez
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