Me senté en la reflexión silenciosa,
el viento suave agitó mi cabello;
me dijo que el cielo era un destello,
Y la tierra durmiente, justa.
El vagabundo no me oyó,
su beso se entibió cálidamente:
"¡Oh, Ven! -suspiró dulcemente-,
seré yo contra tu voluntad.
Que cuando repose tu corazón
bajo la fría lápida de cemento,
yo tendré tiempo para el lamento
y tú, tiempo para estar sola."
Viento nocturno
Emily Bronte
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