La vida pasa, inexorable y lenta.
Yo viajo con ella, satisfecha de mi actuar.
Mucho gané y mucho perdí:
fui como un huracán.
Las piedras se quitaban a mi paso.
Y hoy… las tengo que rodear.
Pero la vida sigue ligera como gacela,
saltando los obstáculos,
girando en el vacío
sin el suelo tener que rozar.
Cada día me elevo más y más alto y,
algún día ya no tendré que bajar.
Me quedaré flotando, flotando en el viento…
flotando por siempre en la eternidad.
Karmen Martìnez
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