sábado, 4 de febrero de 2017

Sor Juana Inés de la Cruz ¿Calumnia, misoginia?



Sor Juana Inés de la Cruz
¿Calumnia, misoginia?

"Hombres necios (mujeres necias)
que acusais a la mujer sin razón..."

En mi adolescencia expresé mi admiración por Sor Juana Inés de la Cruz a un compañero; eran los tiempos de la ‘prepa’. Me contestó despectivamente: “¿No sabes quién era Sor Juana? Solo una lesbiana que se refugió en el convento para esconder su homosexualidad”. Al ver que esa genial eminencia era agredida, yo como mujer sentí la necesidad de solidarizarme con ella. He buscado en su biografía algo que me lo aclare sin encontrar jamás, nada que no sea su amor por los libros y su extraordinaria inteligencia, y como resultado, su grandeza y su poesía solo comparable a la de Luis de Góngora de quien tiene gran influencia.

Hoy me encuentro con la serie: “Juana Inés”, producida por Patricia Arriaga Jordán, la que dice “haberse inspirado en hechos reales”, donde presenta a una Juana Inés promiscua, enamorada de la virreina Leonor Carreto de Toledo y, posteriormente, de la nueva virreina. Se le muestra dominada por sus pasiones carnales, totalmente vulgar y en la tal serie lo único que no se hace es hablar de su extraordinaria, sinigual, magnífica obra poética.

Javier Villareal Lozano, en un artículo dice que el único que se ha atrevido a afirmar sobre la homosexualidad de Sor Juana fue el “maledicente” (así lo llama) Salvador Novo, de quien Carlos Monsiváis dijo que era “El homosexual belicosamente reconocido y asumido en épocas de afirmación despiadada del machismo”.

En el artículo antes citado Villarreal dice: “Hablamos del siglo 17, cuando la Santa Inquisición hilaba muy delgado respecto a los que calificaba de “actos contra natura”. La homosexualidad, “pecado nefando”, según el argot de los inquisidores, podía llevar al pecador a un Auto de Fe y morir en la hoguera. Por lo demás, hayan sido cuales hayan sido las preferencias sexuales de Sor Juana, eso ni le quita ni le pone nada a su poesía. La literatura es cuestión de seso, no de sexo”.

La misoginia, definida como “odio a la mujer” no es exclusiva de los hombres (y quizá en las mujeres sea más común). Probablemente se deba a la incapacidad de poder asimilar el éxito y la grandeza de otras personas lo que nos lleva a la calumnia y la difamación, cuando una mujer se atreve a mostrarse por encima del canon; cuando se pone de manifiesto su superioridad, cuando la envidia nos provoca ese nudo en la garganta que no nos deja respirar y tenemos que manchar la reputación de los demás para deshacernos, aunque sea por un momento, de ese demonio que nos ahoga. 
Karmen Martìnez

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