domingo, 26 de febrero de 2017

Los hijos de la Malinche

(Derecho a la cabeza).
En un análisis de Milagros Palma sobre El laberinto de la soledad de Octavio Paz, el mestizo reniega del lado femenino de su origen; siente vergüenza y se esconde detrás de una máscara porque su madre, dice, no satisface sus aspiraciones de “Ser superior”, de nobleza paterna. Según su concepto, el mestizo nace con una “mancha original” que no borran ni las aguas del bautismo; sólo borra la mancha de Eva pero no la mancha negra de la Malinche, Lo que significa que el macho es hijo de la mujer indígena, de la madre violada, “la atroz encarnación de la condición femenina”.


No sólo es inferior por ser mujer sino por ser, también, indígena y peor aún, por haber sido violada. “La chingada”, desde el concepto que alude Octavio Paz, es la madre que deshonra y avergüenza al mestizo.

Un corrido popular con respecto a Eva:

Dios a la mujer formó
para que el hombre la cuidara
pero le aseguro yo
que si a todas las quemaran
la leña les diera yo
aunque no me la pagaran.
Pues Dios con su gran poder
de todo el mundo le dio
lo que menos podía ser.
Yo no sé lo que pensó
aquella mujer ingrata
por quien el hombre pecó.

Pero al fin las mujeres
son hijas dignas de Eva
y valedoras del diablo.

“Malinche, el malinchismo o el lado femenino de la sociedad mestiza”.
Milagros Palma

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