lunes, 17 de julio de 2023

El barco fantasma

 



El Flaying Dutchman era un barco que estaba condenado a navegar eternamente por los mares envuelto en una densa neblina y no podía encontrar un puerto. Este barco está capitaneado por el capitán Falkenburg. Cada noche sube a cubierta a jugar dados con el Diablo. Cuando ven a un barco intentan enviarle señales desesperadamente, pero son fantasmas que nadie ve.

Fairfield es un pueblo ubicado entre Londres y el mar. El pueblo es un lugar que se le podría decir aburrido, sin embargo, dejan a los fantasmas andar por donde quieran. En una noche de tormenta el ciclón lanzó el techo del tabernero sobre el cultivo de nabos de una viuda. Fue a hablar con ella y vieron que el viento había lanzado sobre su jardín a un barco fantasma. La gran tormenta había desparramado a todos los fantasmas por toda Inglaterra, pero, luego, regresaron poco a poco. En la tarde el tabernero le pidió que lo acompañara a “echarle un ojo” al barco fantasma; tenía de más de 300 años, y estaba pintado de negro. Era tan grande que ni todos los caballos que existían en el pueblo podrían moverlo. Al mirar hacia arriba vieron a un hombre de uniforme negro que les dijo ser el capitán Bartholomew Roberts y estaba en aquel lugar para reclutar voluntarios. El tabernero le dijo que estaban a más de ochenta kilómetros del mar y que el mar estaba aplastando los nabos del sembradío. Entonces, el capitán se quitó un broche de oro y se lo lanzó, aunque él protestó por ser demasiado caro para pagar un saco de nabos. El capitán se rio y se volvió al barco. Los paisanos se reunían en la taberna a criticar a los fantasmas que bajaban del barco y andaban por el pueblo y se metían a la taberna a emborracharse. El párroco estaba muy molesto, pues, vivos o muertos, estaban pecando y haciendo desorden. Así que lo acompañó al barco a hablar con el capitán, quien los invitó a subir al barco. Ellos quedaron impresionados por la elegancia, la riqueza y lo hermoso que era el barco. El capitán les sirvió un excelente vino en copas de plata y les prometió que esa noche “se haría a la mar”.

 

Esa misma noche comenzó un fuerte viento. Los que estaban en la taberna vieron cómo aumentaba la tormenta y pudieron observar al navío pasar por encima de ellos. Al día siguiente había un enorme destrozo en todo el pueblo y se dieron cuenta que varios de los fantasmas jóvenes se habían ido en el barco. Dos años después vieron regresar a un chico que, todavía vivo, también se había ido en el barco. Estaba todo tatuado; era retrasado mental. Le preguntaban sobre su viaje y sólo contaba que habían capturado a un grupo de loros para enseñarles palabrotas, luego se lanzaron a pelear con un barco español.

 Sólo una chica fantasma que estaba enamorada del joven, estaba feliz, pues había pasado dos años escrutando el mar para ver regresar al navío en el que se fue. Por más intentos que hicieron para que el chico les contara su aventura en el barco fantasma sólo lograron que les contara cómo los loros volaban lanzando improperios y palabrotas… dos días después, desapareció de nuevo y jamás lo volvieron a ver.

El barco fantasma

FREDERICK MARRYAT


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