Éramos como dos personas guiadas por el mismo deseo, como dos individuos con un único intelecto, como dos seres habitando en un solo cuerpo.
Y de repente la soledad, el silencio, el desconcierto.
Y de repente la soledad, el silencio, el desconcierto.
(...) Después de un tiempo me doy cuenta de que por mucho que lo espere nunca volverá. Levanto la vista y miro el camino hacia adelante. Desde donde estoy el paisaje parece un pantano. Unos metros al frente la tierra se ha vuelto un lodazal. Cientos de charcos y barriales me muestran que el sendero que sigue es peligroso y resbaladizo.
No es la lluvia lo que ha empapado la tierra. Son las lágrimas de todos los que pasaron antes por este camino mientras iban llorando una pérdida.
También las mías, creo... pronto mojarán el sendero.
El camino de las lágrimas
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