¿Alguna vez has sentido ese vacío, esa angustia inexplicable que te embarga, eventualmente? Mezcla de soledad y añoranza; de algo inexplicable que, sin importar cómo quieras explicarlo, nunca encuentras las palabras ni las ideas para hacerlo.
No importa si eres pobre o rico, si estás solo o acompañado; es un vacío espiritual, una sensación de desamparo. Algo que duele sin saber por qué, aunque el cielo esté luminoso, aunque el clima sea perfecto, aunque el mundo siga su marcha, armónicamente.
¿Qué es, por Dios? ¿Reminiscencias de un dolor antiguo? Algo que ni siquiera te sucedió a ti sino a tus ancestros y se quedó atrapado en un eslabón de los genes?
Aparentemente, el mundo marcha como debiera, sin embargo, aparece y desaparece. ¡Dios!, ¿Qué es…? Incluso sucede cuando se está lejos del mundo que has creado y del que te rodeas usualmente. Aun si permaneces extasiado frente al mar; no sabes si esa sensación es más inmensa que la vastedad del mismo mar maravilloso que contemplas.
Karmen Martìnez
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