viernes, 26 de octubre de 2018

Yo gaviota, tú, mar...


 
Yo gaviota, tú, mar

Sólo quería sentirme segura, sólo quería descansar en ti.

En mis momentos aciagos, fuiste quién me hizo sonreír;

en mi absoluto desamparo me trasmitiste esperanza.

Cada día cambiabas de una en una mis lágrimas por sonrisas

y muy pronto comencé a reflejar tu presencia en mi pensamiento.


Reconstruiste mi vida y mi alma dolorida;

reconstruiste mis alas y mi deseo de vivir

y lograste que abriera de nuevo los ojos a la esperanza. 



Qué más da que cuando me viste de pie,

a punto de volar de nuevo, te retiraras discretamente de mi vida.

Qué más da que mi mirada se volviera a empañar por el llanto.

Qué más da que un día cualquiera necesite otra vez con ansias 

tu sonrisa y tu mirada de ternura.

Qué más da que ya no estés

Qué más da, si presiento tu presencia inscrita en el viento,

Qué más da que no sepa si te volveré a ver.

Qué más da que yo sepa que alguna de esas noches 

llegas, furtivamente, escondiéndote en las sombras para volverme a ver. 

Qué más da que tu creas que mi felicidad está en tu ausencia;

qué más da que con tu ausencia me hagas tan infeliz.

 Karmen Martìnez


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