Yo gaviota, tú, mar
Sólo quería sentirme segura, sólo quería descansar en ti.
En mis momentos aciagos, fuiste quién me hizo sonreír;
en mi absoluto desamparo me trasmitiste esperanza.
Cada día cambiabas de una en una mis lágrimas por sonrisas
y muy pronto comencé a reflejar tu presencia en mi pensamiento.
Reconstruiste mi vida y mi alma dolorida;
reconstruiste mis alas y mi deseo de vivir
y lograste que abriera de nuevo los ojos a la esperanza.
Qué más da que cuando me viste de pie,
a punto de volar de nuevo, te retiraras discretamente de mi vida.
Qué más da que mi mirada se volviera a empañar por el llanto.
Qué más da que un día cualquiera necesite otra vez con ansias
tu sonrisa y tu mirada de ternura.
Qué más da que ya no estés
Qué más da, si presiento tu presencia inscrita en el viento,
Qué más da que no sepa si te volveré a ver.
Qué más da que yo sepa que alguna de esas noches
llegas, furtivamente, escondiéndote en las sombras para volverme a ver.
Qué más da que tu creas que mi felicidad está en tu ausencia;
qué más da que con tu ausencia me hagas tan infeliz.
Karmen Martìnez
Qué más da que ya no estés
Qué más da, si presiento tu presencia inscrita en el viento,
Qué más da que no sepa si te volveré a ver.
Qué más da que yo sepa que alguna de esas noches
llegas, furtivamente, escondiéndote en las sombras para volverme a ver.
Qué más da que tu creas que mi felicidad está en tu ausencia;
qué más da que con tu ausencia me hagas tan infeliz.
Karmen Martìnez