domingo, 28 de enero de 2018

Ojos glaucos



Ojos glaucos


Intento dibujar tus ojos glaucos
en la línea que a cielo y mar confunde:
dos gotas claras de agua y terciopelo
como lluvia que con el mar se funde.

En vaivén incansable parecía
travieso colibrí, alegre y loca.
Inquieta te envolví en mi fantasía
y me quedé… prisionera de tu boca.

Amarte quise y atarme a tu ternura
más fue lo nuestro cual fugaz estrella
que cruza presurosa el firmamento
dejando por su paso luz tan bella.

El sueño se esfumó como la bruma,
fue el ávido deseo postergado;
el anhelo truncado e insatisfecho
y el amor en embrión… abandonado.

Con ansiedad pretendo retenerte,
tú te vas como el sol en los ocasos
dejándome indefensa y sola al viento
que me arrasa y me aleja de tus brazos.

En las olas cabalga tu recuerdo,
sobre el agua mi alma se desliza,
tratando de alcanzarlo, ilusionada 
y evitar que se disipe con la brisa.

Mi vida cual gaviota solitaria
cruza infeliz la soledad profunda;
ruidosas olas rompen el silencio,
triste mi lamento en el mar retumba.

El sol refulgiendo en el oleaje
lanza reflejos de oro y de turquesa
y el dulce resplandor que languidece
me envuelve y me atrapa en la tristeza.

Karmen Martìnez








El olvido y la venganza

La venganza más cruel es el olvido. 

El olvido es la herida que nos deja 

sangrando de dolor y de tristeza.

La tristeza y el olvido son venganza. 

Dejé atrás los rencores y agravios 

y el recuerdo de días infelices, 

la venganza ofrendé al olvido mismo 

y olvidando emigré de la tristeza. 

Me elevé por encima de la nada 

y despojé a mi alma del fracaso 

rompiendo del dolor el triste lazo 

y al romperlo consumé toda venganza.

 Karmen Martìnez

jueves, 11 de enero de 2018

mi corazón, pájaro herido

Mar – ~ Clic ~

Mi corazón, pájaro herido

La hermosa tarde de encuentro grato marcamos la ruta de la incertidumbre. 

Vidas hambrientas de amor y deseo: la sed, el dolor, el desvelo.

Difícil camino tan dulce y amargo, vertiginoso cauce de un río escarpado. 

Noches estrelladas, suspiros, ensueños… ansiedad del alma, horas de silencio. 

Ojos hermosos de color cambiante; fuertes, como hiedra se pegan a mi alma. 

Todo lo iluminan… o todo lo destruyen con una mirada.

¿Qué hay en tu alma indecisa, sumergida en misterio y neblina, detrás de la aparente calma?

Los crepúsculos traen esperanza, la noche, oscura y tranquila, duerme las penas y las calla.

Te busco, llamando con la voz del viento; la hora del dolor me encuentra solitaria. 

La triste y fría hora se anida en mi pecho.

¿Dónde estás tú? ¿Dónde? ¿Qué penas ahuyentas como a negros pájaros?

Ignoras el amor, evitas la ternura, te aferras al dolor; te ocultas en las trivialidades de la vida.

Quizá, ya mañana seremos distintos: el amor, la esperanza, la ilusión; para entonces, se habrán ido. 

Tempestuoso corazón, alma nostálgica y solitaria, aleteando con dolor, como herido pájaro en la borrasca.


Karmen Martìnez



lunes, 8 de enero de 2018

Oasis

Oasis
(Más que un poema es una oración)


Señor, presiento que tú me llamas
a cumplir un extraño mandamiento,
pero primero fortalece mi alma
para no fallarte por falta de talento.

Dame un remanso, Señor, dame un oasis
para refrescar mi corazón deshecho,
que luego seguiré hacia adelante
aunque se abran las heridas de mi pecho.

Caminaré por el desierto ignoto,
subiré la montaña escarpada,
llegaré hasta el sitio más remoto,
siguiendo en pos de tu imagen adorada.

Dame fuerzas para continuar mi sino,
que no desfallezca mi alma atribulada.
Permíteme ya cumplir ese destino

y por fin, descansar en tu morada.


Karmen Martìnez

jueves, 4 de enero de 2018

A Diana la ultima rosa



A Diana

Mi pequeñita es como el sol,
tan bella como una rosa,
que me llena de ilusión
cuando revolotea cual mariposa.

Rizados cabellos de oro
y mejillas sonrosadas,
parece salir de pronto
de un viejo cuento de hadas.

Es como un ángel travieso
mi pequeño querubín,
con ese vaivén inquieto
que parece no tener fin.

Y cuando habla me embriaga
con su vocecita de cristal
que a mi corazón refresca
como agua de un manantial.

Y cuando ya muy cansada
de noche por fin se duerme,
mi alma se queda helada
y se inflama solo al verle.

Cuando ella mira a su hermano
estudiando su lección
finge estar muy ocupada
resolviendo una ecuación.

Sólo tiene cuatro años
pero a veces me sorprende
de tener mente tan clara
y ser tan inteligente.

A todos nos quiere enredar
con su sonrisa enmelada
para hacer sus travesuras
y nadie le diga nada.

Pero si se le reprende 
y se le llama la atención
se desborda en su enojo
cual volcán en erupción.

Parece una muñequita,
más linda que una princesa,
así es esa señorita,
mi pequeñita traviesa.








Karmen Martìnez