Pero algo es seguro, las maravillas gratuitas nadie las puede arrebatar: admirar la escarcha y sentir el frío en las mañanas invernales y el rocío en la primavera, contemplar el cielo nocturno y anidar tus sueños en la estrella más hermosa; ascender al infinito y deslizarte sin importar los límites o permanecer flotando entre el cielo y la tierra; seguir un rayo de luz con la seguridad de alcanzar el espacio intangible hasta tocar a Dios: volar y volar en las alas de la imaginación.
Se le puede obstaculizar al cuerpo, pero no a la mente ni a las ideas.
Karmen Martìnez
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