sábado, 1 de abril de 2017

Calígula


"Calígula, un monstruo del Imperio Romano" (Cualquier parecido con la realidad...)

¿Quién era este singular personaje? Puedo asegurar que leí el libro: “Calígula”, pero terminé tan asqueada que nunca más lo volví a tomar. De hecho, lo destruí. 

Su nombre real y completo era Cayo Julio César Augusto Germánico. Nació el 31 de agosto del año 12 d.C., y murió asesinado por sus propios guardias el 24 de enero del año 41, tras un breve pero sangriento y nefasto gobierno, que duró desde el 16 de marzo del año 37 hasta el día en que su vida fue cegada.

El historiador romano Suetonio, dice del emperador Calígula que: ‹‹era delito capital mirarle desde lo alto cuando pasaba, o pronunciar, con cualquier pretexto que fuese, la palabra “cabra” ››. Con un rostro “naturalmente horrible y repugnante” y un semblante soberbio y amenazador que él mismo potenciaba ensayando gestos frente al espejo, inspiraba temor a donde quiera que fuese. Sabía que lo odiaban, pero admitía con actitud maquiavélica: “Que me odien, con tal de que me teman”.

Fue un psicópata y antisocial, un megalómano, paranoico, envidioso patológico, depravado sexual (incestuoso, enormemente promiscuo, bisexual, sádico, exhibicionista), hábil manipulador, ladrón y farsante. Se cree que en su juventud sufrió de epilepsia, y se sabe a ciencia cierta que padecía de insomnio y casi nunca dormía más de tres horas. La ciencia moderna plantea que, además de comportamientos aprendidos y una cierta predisposición genética al mal, el alcohol que él bebía con una desmesura, tenía una cantidad tal de plomo que resultaba tóxica para el cerebro humano, causando, en casos extremos como el de Calígula, un deterioro en los lóbulos frontales, volviendo así más impulsiva y violenta a la persona. Calígula había nacido con tendencias psicópatas, pero ciertas experiencias primeramente, y más adelante el plomo, llevaron su oscuridad innata hasta esa cima de locura y maldad que lo inmortalizó como uno de los más terribles emperadores romanos.

Su corrupción fue tan grande que consiguió dinero haciendo cosas como: acusar falsamente a individuos adinerados para después multarlos o mandarlos a matar y quedarse con sus patrimonios; forzar a senadores y caballeros para pagar a cambio de ser sacerdotes del culto religioso del emperador; obligar a personas adineradas a ponerlo como heredero en sus testamentos, mandándolas después a matar en secreto y mostrándose públicamente dolido por los supuestos suicidios; organizar grandes juegos con elevadísimas apuestas, en los cuales hacía trampa siempre; pedir dinero al pueblo en actos públicos; crear nuevos impuestos para juicios, matrimonios, prostíbulos; subastar gladiadores; reinterpretar testamentos en que ciertos ciudadanos habían dejado como heredero a Tiberio; obligar a los centuriones a devolver botines de guerra, etcétera.

Comía y bebía mientras presenciaba ejecuciones; en medio de las fiestas, tomaba a la esposa de cualquier invitado, la violaba y volvía a la mesa para contar cómo le fue; tuvo relaciones incestuosas con sus tres hermanas; mandó a torturar y a matar a senadores, a veces solo para quedarse con sus fortunas: fue, en síntesis, uno de los más sádicos emperadores romanos. Y en el colmo de la locura, nombró cónsul a su caballo. Amaba desde niño a su caballo Incitatus y le creó una villa propia con 18 sirvientes, caballeriza de mármol y una estatua, lo vistió con púrpura y collares con joyas, y hasta le consiguió una esposa humana, joven, bella y proveniente de una de las más nobles familias de Roma…

A los 19 años, Calígula presenció todas las crueldades y depravaciones que Tiberio (su abuelo) cometía, pues el “viejo granuja” (así le llamaba Suetonio) hizo cosas como: empujar cotidianamente a personas del acantilado, principalmente criminales, pero a veces también mujeres y niños inocentes; realizar orgías con niños, niñas, mujeres, hombres y adolescentes; ordenar y presenciar torturas; cometer violaciones; nadar desnudo en una piscina, junto a niños vestidos de peces que le hacían felaciones bajo el agua… Según el análisis de los expertos, Calígula, siendo una versión temprana del Síndrome de Estocolmo, terminó queriendo ser como Tiberio, y aprendió de él una filosofía hedonista y amoral en que la finalidad de la existencia era el placer, en que la vida de los demás no valía nada, y en que la violencia y el placer podían combinarse perfectamente bajo el más cruel y depravado sadismo…

(...) Se hizo el hábito de asistir disfrazado (con peluca y manto para que no lo reconocieran) a torturas y ejecuciones. “Cayo vive para su propia perdición y para la de todos”, había dicho Tiberio sobre Calígula, no sospechando de que el joven, aparentemente inofensivo, acabaría asesinándolo tiempo después.

http://www.asesinos-en-serie.com/caligula-un-monstruo-del-imperio-romano/

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