domingo, 23 de abril de 2017

Frente a un cadáver


¡Y bien! Aquí estás ya... sobre la plancha

donde el gran horizonte de la ciencia
la extensión de sus límites ensancha.

Aquí, donde la rígida experiencia
viene a dictar las leyes superiores
a que está sometida la existencia.

Aquí, donde derrama sus fulgores
ese astro a cuya luz desaparece
la distinción de esclavos y señores.

Aquí, donde la fábula enmudece
y la voz de los hechos se levanta
y la superstición se desvanece.

Aquí, donde la ciencia se adelanta
a leer la solución de ese problema
que solo al anunciarse nos espanta.

Ella, que tiene la razón por lema,
y que en tus labios escuchar ansía
la augusta voz de la verdad suprema.

Aquí está ya... tras de la lucha impía
en que romper al cabo conseguiste
la cárcel que al dolor te retenía.

La luz de tus pupilas ya no existe,
tu máquina vital descansa inerte
y a cumplir con su objeto se resiste.

¡Miseria y nada más!, dirán al verte
los que creen que el imperio de la vida
acaba donde empieza el de la muerte.

Y suponiendo tu misión cumplida
se acercarán a ti, y en su mirada
te mandarán la eterna despedida.

¡Pero no!..., tu misión no está acabada,
que ni es la nada el punto en que nacemos,
ni el punto en que morimos es la nada.

Círculo es la existencia, y mal hacemos
cuando al querer medirla le asignamos
la cuna y el sepulcro por extremos.

La madre es solo el molde en que tomamos
nuestra forma, la forma pasajera
con que la ingrata vida atravesamos.

Pero ni es esa forma la primera
que nuestro ser reviste, ni tampoco
será su última forma cuando muera.

Tú sin aliento ya, dentro de poco
volverás a la tierra y a su seno
que es de la vida universal el foco.

Y allí, a la vida, en apariencia ajeno,
el poder de la lluvia y del verano
fecundará de gérmenes tu cieno.

Y al ascender de la raíz al grano,
irás del vergel a ser testigo
en el laboratorio soberano.

Tal vez para volver cambiado en trigo
al triste hogar, donde la triste esposa,
sin encontrar un pan sueña contigo.

En tanto que las grietas de tu fosa
verán alzarse de su fondo abierto
la larva convertida en mariposa,

que en los ensayos de su vuelo incierto
irá al lecho infeliz de tus amores
a llevarle tus ósculos de muerto.

Y en medio de esos cambios interiores
tu cráneo, lleno de una nueva vida,
en vez de pensamientos dará flores,

en cuyo cáliz brillará escondida
la lágrima tal vez con que tu amada
acompañó el adiós de tu partida.

La tumba es el final de la jornada,
porque en la tumba es donde queda muerta
la llama en nuestro espíritu encerrada.

Pero en esa mansión a cuya puerta
se extingue nuestro aliento, hay otro aliento
que de nuevo a la vida nos despierta.

Allí acaban la fuerza y el talento,
allí acaban los goces y los males
allí acaban la fe y el sentimiento.

Allí acaban los lazos terrenales,
y mezclados el sabio y el idiota
se hunden en la región de los iguales.

Pero allí donde el ánimo se agota
y perece la máquina, allí mismo
el ser que muere es otro ser que brota.

El poderoso y fecundante abismo
del antiguo organismo se apodera
y forma y hace de él otro organismo.

Abandona a la historia justiciera
un nombre sin cuidarse, indiferente,
de que ese nombre se eternice o muera.

Él recoge la masa únicamente,
y cambiando las formas y el objeto
se encarga de que viva eternamente.

La tumba sólo guarda un esqueleto
mas la vida en su bóveda mortuoria
prosigue alimentándose en secreto.

Que al fin de esta existencia transitoria
a la que tanto nuestro afán se adhiere,
la materia, inmortal como la gloria,
cambia de formas; pero nunca muere.

Manuel Acuña

viernes, 21 de abril de 2017

Pájaros de otoño


Nostalgia. 
H.P. Lovecraft (1890-1937)

Cada año, al resplandor nostálgico del otoño, las aves remontan el vuelo sobre un océano desierto, trinando y gorjeando con prisa jubilosa por arribar a una tierra clavada en su memoria. Grandes jardines colgantes donde se abren flores de vivos colores, hileras de mangos de gusto delicioso y arboledas que forman templos sobre frescos senderos... todo esto les revelan sus vagos sueños.

Buscan en el mar vestigios de su antigua costa, y la alta ciudad blanca, erizada de torres... Pero sólo las aguas vacías se extienden ante ellos, entonces dan media vuelta una vez más. Y mientras tanto, hundidas en un abismo infestado de extraños pólipos, las viejas torres añoran su canto perdido y recordado.

La musa triste

















Mi musa triste.
Delmira Agustini (1886-1914)

Vagos preludios. En la noche espléndida
su voz de perlas una fuente calla,
Cuelgan las brisas sus celestes pífanos
en el follaje. Las cabezas pardas
de los búhos acechan.

Las flores se abren más, como asombradas.
Los cisnes de marfil tienden los cuellos
en las lagunas pálidas.
Selene mira del azul. Las frondas
tiemblan... y todo, hasta el silencio, calla...

Es que ella pasa con su boca triste
Y el gran misterio de sus ojos de ámbar,
A través de la noche, hacia el olvido,
Como una estrella fugitiva y blanca.
Como una destronada reina exótica
de bellos gestos y palabras raras.

Horizontes violados sus ojeras
Dentro sus ojos (dos estrellas de ámbar)
Se abren cansados y húmedos y tristes
Como llagas de luz que quejaran.

Es un dolor que vive y que no espera,
Es una aurora gris que se levanta
Del gran lecho de sombras de la noche,
Cansada ya, sin esplendor, sin ansias
Y sus canciones son como hadas tristes
Alhajadas de lágrimas.

jueves, 20 de abril de 2017

El misterio del dolor


El misterio del dolor.
The Mystery of Pain, 
Emily Dickinson (1830-1886)

El dolor tiene un elemento en blanco;
No puedo recordar
cuándo comenzó,
o si fue durante el día
cuando en realidad no.

No tiene futuro sino el propio,
sus reinos infinitos
contienen su pasado,
iluminados para percibir
nuevos períodos de dolor.

(Una de mis favoritas: Emily Dickinson)

Alma desnuda


Alma desnuda.
Alfonsina Storni (1892-1932)

Soy un alma desnuda en estos versos,
alma desnuda que angustiada y sola
va dejando sus pétalos dispersos.

Alma que puede ser una amapola,
que puede ser un lirio, una violeta,
un peñasco, una selva y una ola.

Alma que como el viento vaga inquieta
y ruge cuando está sobre los mares,
y duerme dulcemente en una grieta.

Alma que adora sobre sus altares,
dioses que no se bajan a cegarla;
alma que no conoce valladares.

Alma que fuera fácil dominarla
con sólo un corazón que se partiera
para en su sangre cálida regarla.

Alma que cuando está en la primavera
dice al invierno que demora: vuelve,
caiga tu nieve sobre la pradera.

Alma que cuando nieva se disuelve
en tristezas, clamando por las rosas
con que la primavera nos envuelve.

Alma que a ratos suelta mariposas
a campo abierto, sin fijar distancia,
y les dice libad sobre las cosas.

Alma que ha de morir de una fragancia,
de un suspiro, de un verso en que se ruega,
sin perder, a poderlo, su elegancia.

Alma que nada sabe y todo niega
y negando lo bueno el bien propicia
porque es negando como más se entrega,

Alma que suele haber como delicia
palpar las almas, despreciar la huella,
y sentir en la mano una caricia.

Alma que siempre disconforme de ella,
como los vientos vaga, corre y gira;
alma que sangra y sin cesar delira
por ser el buque en marcha de la estrella.

martes, 18 de abril de 2017

Mar



Oh mar, enorme mar, corazón fiero
De ritmo desigual, corazón malo,
Yo soy más blanda que ese pobre palo
Que se pudre en tus ondas prisionero.

Oh mar, dame tu cólera tremenda,
Yo me pasé la vida perdonando,
Porque entendía, mar, yo me fui dando:
«Piedad, piedad para el que más ofenda».

Vulgaridad, vulgaridad me acosa.
Ah, me han comprado la ciudad y el hombre.
Hazme tener tu cólera sin nombre:
Ya me fatiga esta misión de rosa.

¿Ves al vulgar? Ese vulgar me apena,
Me falta el aire y donde falta quedo,
Quisiera no entender, pero no puedo:
Es la vulgaridad que me envenena.

Me empobrecí porque entender abruma,
Me empobrecí porque entender sofoca,
¡Bendecida la fuerza de la roca!
Yo tengo el corazón como la espuma.

Mar, yo soñaba ser como tú eres,
Allá en las tardes que la vida mía
Bajo las horas cálidas se abría...
Ah, yo soñaba ser como tú eres.

Mírame aquí, pequeña, miserable,
Todo dolor me vence, todo sueño;
Mar, dame, dame el inefable empeño
De tornarme soberbia, inalcanzable.

Dame tu sal, tu yodo, tu fiereza.
¡Aire de mar!... ¡Oh, tempestad! ¡Oh enojo!
Desdichada de mí, soy un abrojo,
Y muero, mar, sucumbo en mi pobreza.

Y el alma mía es como el mar, es eso,
Ah, la ciudad la pudre y la equivoca;
Pequeña vida que dolor provoca,
¡Que pueda libertarme de su peso!

Vuele mi empeño, mi esperanza vuele...
La vida mía debió ser horrible,
Debió ser una arteria incontenible
Y apenas es cicatriz que siempre duele.

Alfonsina Storni

sábado, 15 de abril de 2017

My wonderful contacts

To my dear American contacts, I thank you for your visits. There are times when you surpass even the visitors of Mexico.

Thank you for your time and for your greatness of spirit. Because you are great, even if your government does not live up to the nobility of your heart.


A mis queridos contactos norteamericanos, les agradezco sus visitas. Hay ocasiones en que superan incluso a los visitantes de México.

Gracias por su tiempo y por su grandeza de espíritu. Porque son grandiosos, aunque su gobierno no esté a la altura de la nobleza de su corazón
.

Con mi amor
Karmen Martìnez

En perseguirme...


¿En perseguirme, mundo, qué interesas? 
¿En qué te ofendo, cuando sólo intento 
poner bellezas en mi entendimiento 
y no mi entendimiento en las bellezas?

Yo no estimo tesoros ni riquezas, 
y así, siempre me causa más contento 
poner riquezas en mi entendimiento 
que no mi entendimiento en las riquezas.

Yo no estimo hermosura que vencida 
es despojo vil de las edades 
ni riqueza me agrada fementida,

teniendo por mejor en mis verdades 
consumir vanidades de la vida 
que consumir la vida en vanidades.

Sor Juana Inés de la Cruz



jueves, 13 de abril de 2017

Soneto


Soneto 

Al que ingrato me deja, busco amante; 
al que amante me sigue, dejo ingrata; 
constante adoro a quien mi amor maltrata, 
maltrato a quien mi amor busca constante. 

Al que trato de amor, hallo diamante, 
y soy diamante al que de amor me trata, 
triunfante quiero ver al que me mata 
y mato al que me quiere ver triunfante. 

Si a éste pago, padece mi deseo; 
si ruego a aquél, mi pundonor enojo; 
de entrambos modos infeliz me veo. 

Pero yo, por mejor partido, escojo; 
de quien no quiero, ser violento empleo; 
que, de quien no me quiere, vil despojo.

Sor Juana Inés de la Cruz

Poema


"Me queda tu sonrisa dormida en mi recuerdo,
y el corazón me dice que no te olvidaré;
pero, al quedarme sola, sabiendo que te pierdo,
tal vez empiezo a amarte como jamás te amé".

Hermoso poema, doloroso, nostálgico...

sábado, 1 de abril de 2017

Calígula


"Calígula, un monstruo del Imperio Romano" (Cualquier parecido con la realidad...)

¿Quién era este singular personaje? Puedo asegurar que leí el libro: “Calígula”, pero terminé tan asqueada que nunca más lo volví a tomar. De hecho, lo destruí. 

Su nombre real y completo era Cayo Julio César Augusto Germánico. Nació el 31 de agosto del año 12 d.C., y murió asesinado por sus propios guardias el 24 de enero del año 41, tras un breve pero sangriento y nefasto gobierno, que duró desde el 16 de marzo del año 37 hasta el día en que su vida fue cegada.

El historiador romano Suetonio, dice del emperador Calígula que: ‹‹era delito capital mirarle desde lo alto cuando pasaba, o pronunciar, con cualquier pretexto que fuese, la palabra “cabra” ››. Con un rostro “naturalmente horrible y repugnante” y un semblante soberbio y amenazador que él mismo potenciaba ensayando gestos frente al espejo, inspiraba temor a donde quiera que fuese. Sabía que lo odiaban, pero admitía con actitud maquiavélica: “Que me odien, con tal de que me teman”.

Fue un psicópata y antisocial, un megalómano, paranoico, envidioso patológico, depravado sexual (incestuoso, enormemente promiscuo, bisexual, sádico, exhibicionista), hábil manipulador, ladrón y farsante. Se cree que en su juventud sufrió de epilepsia, y se sabe a ciencia cierta que padecía de insomnio y casi nunca dormía más de tres horas. La ciencia moderna plantea que, además de comportamientos aprendidos y una cierta predisposición genética al mal, el alcohol que él bebía con una desmesura, tenía una cantidad tal de plomo que resultaba tóxica para el cerebro humano, causando, en casos extremos como el de Calígula, un deterioro en los lóbulos frontales, volviendo así más impulsiva y violenta a la persona. Calígula había nacido con tendencias psicópatas, pero ciertas experiencias primeramente, y más adelante el plomo, llevaron su oscuridad innata hasta esa cima de locura y maldad que lo inmortalizó como uno de los más terribles emperadores romanos.

Su corrupción fue tan grande que consiguió dinero haciendo cosas como: acusar falsamente a individuos adinerados para después multarlos o mandarlos a matar y quedarse con sus patrimonios; forzar a senadores y caballeros para pagar a cambio de ser sacerdotes del culto religioso del emperador; obligar a personas adineradas a ponerlo como heredero en sus testamentos, mandándolas después a matar en secreto y mostrándose públicamente dolido por los supuestos suicidios; organizar grandes juegos con elevadísimas apuestas, en los cuales hacía trampa siempre; pedir dinero al pueblo en actos públicos; crear nuevos impuestos para juicios, matrimonios, prostíbulos; subastar gladiadores; reinterpretar testamentos en que ciertos ciudadanos habían dejado como heredero a Tiberio; obligar a los centuriones a devolver botines de guerra, etcétera.

Comía y bebía mientras presenciaba ejecuciones; en medio de las fiestas, tomaba a la esposa de cualquier invitado, la violaba y volvía a la mesa para contar cómo le fue; tuvo relaciones incestuosas con sus tres hermanas; mandó a torturar y a matar a senadores, a veces solo para quedarse con sus fortunas: fue, en síntesis, uno de los más sádicos emperadores romanos. Y en el colmo de la locura, nombró cónsul a su caballo. Amaba desde niño a su caballo Incitatus y le creó una villa propia con 18 sirvientes, caballeriza de mármol y una estatua, lo vistió con púrpura y collares con joyas, y hasta le consiguió una esposa humana, joven, bella y proveniente de una de las más nobles familias de Roma…

A los 19 años, Calígula presenció todas las crueldades y depravaciones que Tiberio (su abuelo) cometía, pues el “viejo granuja” (así le llamaba Suetonio) hizo cosas como: empujar cotidianamente a personas del acantilado, principalmente criminales, pero a veces también mujeres y niños inocentes; realizar orgías con niños, niñas, mujeres, hombres y adolescentes; ordenar y presenciar torturas; cometer violaciones; nadar desnudo en una piscina, junto a niños vestidos de peces que le hacían felaciones bajo el agua… Según el análisis de los expertos, Calígula, siendo una versión temprana del Síndrome de Estocolmo, terminó queriendo ser como Tiberio, y aprendió de él una filosofía hedonista y amoral en que la finalidad de la existencia era el placer, en que la vida de los demás no valía nada, y en que la violencia y el placer podían combinarse perfectamente bajo el más cruel y depravado sadismo…

(...) Se hizo el hábito de asistir disfrazado (con peluca y manto para que no lo reconocieran) a torturas y ejecuciones. “Cayo vive para su propia perdición y para la de todos”, había dicho Tiberio sobre Calígula, no sospechando de que el joven, aparentemente inofensivo, acabaría asesinándolo tiempo después.

http://www.asesinos-en-serie.com/caligula-un-monstruo-del-imperio-romano/